Y es que durante muchos siglos, el bautismo de los huracanes quedaba determinado por el santo del día en que manifestaban su poder de destrucción en una zona concreta. Así, en 1825, el huracán de Santa Ana sería recordado por azotar Puerto Rico el 26 de julio.
A finales del siglo XIX, el meteorólogo australiano Clement L. Wragge fue el primero en referirse a huracanes utilizando nombres propios de mujeres. Para ello se servía de nombres bíblicos. Ya en 1953, en los Estados Unidos se decidió identificar a las tormentas con nombres de mujer. Con ello se abandonaba la tradición de nombrarlas mediante el alfabeto fonético. Más tarde, en 1978, comenzaron a incluirse también nombres de hombres a las tormentas del Pacífico Norte Oriental. La unificación vendría cuando un año más tarde, la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, decidieron alternar nombres de hombres y mujeres para el nombramiento de tormentas. Cada zona del planeta que sufre huracanes, ciclones o tormentas tropicales tiene su propia lista de nombres.
En algunas ocasiones, cuando un huracán resulta especialmente destructivo, su nombre es retirado y sustituido en la lista por uno que empieza por la misma letra. Cualquier país que se vea gravemente afectado por un huracán tiene la posibilidad de solicitar la retirada de su nombre. De esa forma, ese nombre no podrá ser utilizado durante al menos los 10 años siguientes para evitar confusiones.
Fuente;www.muyinteresante.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas Gacias por su Comentario